La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo progresivo, secundario a la muerte de las neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra (SN) y de otros núcleos pigmentados del tallo cerebral. Las neuronas supervivientes de la SN y el locus coeruleus presentan unas inclusiones
intracitoplasmáticas distintivas, cuyo componente estructural primario es la
alfa-sinucleína y que se denominan cuerpos de Lewy.
La causa de la EP es desconocida, aunque probablemente sea multifactorial, siendo los principales factores etiológicos de naturaleza genética
y ambiental. No existe una prueba capaz de distinguir esta enfermedad de
otros trastornos con presentación clínica similar. El diagnóstico es principalmente clínico y se basa en la anamnesis y la exploración física. Los pacientes
con EP presentan normalmente síndrome parkinsoniano (SP) o parkinsonismo de inicio asimétrico, caracterizado por bradicinesia, rigidez, temblor
e inestabilidad postural. El SP también puede estar causado por fármacos u
otros trastornos menos comunes, tales como la parálisis supranuclear progresiva y la atrofia multisistémica.
Aunque la EP es en esencia, un trastorno del movimiento, estos pacientes desarrollan con frecuencia otras alteraciones, incluyendo problemas
psiquiátricos como depresión y demencia. En estadios avanzados pueden
aparecer alteraciones autonómicas, y dolor, progresando a una discapacidad
grave que afecta directamente la calidad de vida de los pacientes, e indirectamente la de sus familiares y cuidadores.
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